miércoles, 11 de abril de 2012

Odiseo y yo


Odiseo, el héroe moderno. Cuando alguien crea un blog y elige un seudónimo, puede elegir entre darse a conocer como realmente es o como lo que aspira a ser. De ahí que nuestro apodo pueda ser un reflejo de nosotros mismos o una máscara con la que ocultamos nuestro verdadero ser. Al margen de esta cuestión, conviene recordar que todos nosotros, en nuestra vida diaria, de una manera consciente o inconsciente, empleamos máscaras a la hora de relacionarnos. Nunca actuamos, sino que imitamos. Nunca presentamos una verdadera imagen pura de nosotros mismos sino una proyección de alguien a quien hemos visto antes, a quien conocemos, alguien a quien admiramos o con quien, de algún modo, nos identificamos. Nunca somos nosotros mismos porque no sabemos cómo somos nosotros mismos, por lo que recurrimos a las máscaras. Sólo ahí es donde encontramos el recurso con el que vamos a actuar. No quiero decir que sean esas máscaras las que nos definan, sino que en la elección de una u otra máscara en un determinado momento es un rasgo de nuestra identidad con el que jugamos.


Máscara de Agamenón


Metafóricamente usamos las máscaras constantemente como ayuda para relacionarnos. Paradójicamente, nos disfrazamos para desnudarnos, para mostrar cómo somos. En este blog me decantaré por la opción de mostrarme como aquello que me gustaría ser, un héroe; pero no un héroe de guerra o un soldado, existen muchas formas de héroe. Tenemos al héroe militar, al héroe enamorado, el ingenioso, el sabio, el sacrificado... Lo cierto es que Odiseo (o Ulises) es de los personajes que más me interesan de la antigüedad clásica porque destaca su papel en la Guerra de Troya no precisamente por sus méritos militares, no por su faceta de guerrero, sino por su faceta humana, su pensamiento y su prodigioso ingenio, gracias al cual resuelve todas y cada una de las situaciones embarazosas que se le presentan.


Ilustración de Ulises realizada por Alan Lee
para el libro Las aventuras de Ulises, de Rosemary Sutcliff


No sólo conocemos a Odiseo por su papel decisivo en la Guerra de Troya, por su aportación de la idea del gran caballo de madera que resolvió un conflicto bélico de diez años, sino también por su papel de moderador y mediador en las disputas entre los principales caudillos aqueos, aportando siempre la razón a la espada. Quizás resulte tan llamativo debido a que su introducción en la tradición homérica fue posterior, lo cual hace que tengamos a un héroe más moderno que el resto. También conocemos a Odiseo gracias al otro gran poema de Homero, dedicado casi en su totalidad a este héroe, de ahí su nombre: la Odisea. En ella se nos da a conocer a un Odiseo astuto, que resuelve con gran audacia el trágico episodio del cíclope Polifemo, en el que el héroe pierde a varios de sus acompañantes de regreso a Ítaca. También le vemos resolver con ingenio el problema que le crea Circe cuando convierte en cerdos a sus compañeros. además de su astucia, conocemos su autocontrol y moderación en el episodio de las sirenas, donde Odiseo pide que le aten al mástil y que, bajo ningún concepto le suelten al escuchar los cantos de sirenas, por mucho que él lo ruegue. Vemos a un Odiseo responsable, que no olvida sus obligaciones, que tiene presente el volver a su tierra, a pesar de la tentación de Nausícaa y Calipso, dos personajes femeninos que intentaron retenerle. Odiseo es calculador y precavido en la resolución de su último obstáculo, la expulsión de los pretendientes y el reencuentro con Penélope.

Lo cierto es que el hecho de que Odiseo se detenga por siete años en los dominios de Calipso hace dudar de su sentido de la responsabilidad al consentir esa situación. De ahí que tengamos a un héroe tan interesante como extraño. Por eso suscita mi interés. Pese a todo, es un héroe que merece nuestra admiración y nuestra memoria.

En realidad, poco tengo en común con este héroe. Odiseo es una proyección de lo que aspiro a ser, de lo que me gustaría ser. Me gustaría reunir sus cualidades, que ya de por sí son difíciles de ver reunidas en un solo hombre.

Admiro a Odiseo y, por ello, en este blog, Odiseo será mi aspiración... y mi máscara.